Esta celebración tiene sus orígenes prehispánicos, los cuales se acentuaron con la llegada de los españoles a México y su intento de convertir a los nativos al catolicismo. El pueblo azteca creía en celebrar, no en lamentar, la vida de los fallecidos. Creían que el destino del alma del muerto estaba determinado por el tipo de deceso que había tenido y su comportamiento en vida. Durante la época prehispánica, esta festividad se conmemoraba en el noveno mes del calendario solar, el cual iniciaba en agosto y duraba 30 días.

El culto a la muerte era uno de los elementos básicos, cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán. De igual forma le colocaban comida que le agradaba en vida, con la creencia de que podría sentir hambre. Con la llegada de los españoles, la fiesta se hizo mestiza y sumó nuevos elementos y significados católicos. La cruz de flores es el más significativo de estos elementos, además se estableció cuándo es el Día de los Muertos para alinearse con el Día de los Difuntos de la iglesia católica.

El 1° de noviembre  se celebra el día de Todos los Santos, dedicado a los niños difuntos y 2 de noviembre, dedicado a los Difuntos Mayores.

El Día de Muertos implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor. En esta celebración, la muerte no representa una ausencia sino una presencia viva; la muerte es un símbolo de la vida que se materializa en el altar ofrecido. En este sentido se trata de una celebración que conlleva una gran trascendencia popular ya que comprende diversos significados, desde filosóficos hasta materiales.

Las  veladoras y flores sirven para guiar y atraer a las ánimas en su camino de regreso a este mundo. La flor representativa de esta celebración es el Cempasúchitl, ya que por su color amarillo intenso así como su aroma, puede llevar a los muertos hasta su hogar.

Se utilizan todos los colores para decorar, incluyendo papel picado, comida y bebida; regularmente lo que al difunto le gustaba disfrutar en vida, incluso se acostumbra colocar en la ofrenda los retratos de los difuntos. Las calaveras de dulce o chocolate también son típicas de la época y son utilizadas para representar a nuestros difuntos.

También se colocan las golosinas favoritas de los seres queridos, como caramelos, refrescos e incluso cigarrillos, alrededor del altar. Uno de los hechos del Día de Muertos menos conocidos es que se coloca agua para representar la pureza del alma y saciar la sed de los seres queridos. En esta época se produce el tradicional y delicioso Pan de Muerto, decorado con formas de huesos hechas del mismo pan.

Asimismo, las festividades incluyen adornar las tumbas con flores y muchas veces hacer altares sobre las lápidas, anteriormente se pensaba que esto ayudaba a conducir a las ánimas a transitar por un buen camino tras la muerte.

El Día de Muertos se celebra en todo México, teniendo algunas variantes dependiendo la región o el estado. En la Ciudad de México, en la Alcaldía de Tláhuac, se encuentra un pequeño poblado de nombre Mixquic, que significa “donde hay mezquite”, uno de los lugares más visitados durante estos días ya que su celebración se apega a las tradiciones mexicanas y se lleva a cabo conjuntamente con la feria del pueblo. El día 2 de noviembre se realiza “La Alumbrada”, donde miles de velas iluminan las tumbas decoradas con flores.

Oaxaca, uno de los estados más ricos culturalmente hablando, la celebración de Día de Muertos es una de las más significativas. Los altares se adornan con un mantel blanco o papel picado y se divide en escalones, teniendo cada uno un significado especial: el primero representa a los abuelos y/o adultos, mientras que el segundo o sucesivos son para todos los demás. Durante esta festividad puede asistirse a infinidad de exhibiciones en Oaxaca.

Otros estados y lugares destacados en México durante esta festividad son: Janitzio y Pátzcuaro en Michoacán, Xochimilco en la Ciudad de México y Cuetzalán en Puebla, por citar algunos.

 

Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

Cabe mencionar que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), declaró en 2008 esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por su importancia y significado en tanto se trata de una expresión tradicional, integradora, representativa y comunitaria.

Para la UNESCO, el encuentro anual entre los pueblos indígenas y sus ancestros cumple una función social considerable al afirmar el papel del individuo dentro de la sociedad. También contribuye a reforzar el estatuto cultural y social de las comunidades indígenas de México.

El Día de Muertos se considera una celebración a la memoria y un ritual que privilegia el recuerdo sobre el olvido.